martes, 30 de noviembre de 2010

Navidad

Mañana comienza diciembre, un mes especial. No me gusta la Navidad, hace años que no me gusta. Tal vez desde que me hice un poco mayor, o quizá el momento que creó el antes y el después fue la Navidad siguiente del fallecimiento de mi abuelo paterno, mi abuelo Miguel. Aparte de que mi familia es pequeña, dispersa y regularmente avenida, esas cenas me parecen un compromiso, no nacen de un deseo real de compartir con seres queridos (familiares o no) una buena comida (que no copiosa y cara), una buena conversación, risas... Regalar es otro compromiso, que si papa noel, ese extraño sonrosado y gordito traído del norte y que ahora tiene la manía de colarse por las ventanas y balcones, que si el niño dios, que si los reyes magos de oriente.... Con lo bonito que es un beso en la mejilla, una buena palabra, un caramelo o una pequeña sorpresa cualquier día del año.
 No quiero pensar en los gastos que se generan en una parte del mundo, de energía, de electricidad, de basura, en publicidad, en en en en en......... y ¿ para qué? para que comience el año y todo siga igual, para que los buenos deseos se pierdan según termina esa emoción artificial, y los buenos deseos, la voluntad de crear, el amor, la sinceridad, la sencillez y el gusto por vivir, son cosas que han de vivirse todo el año.
Por otra parte pienso en que con la navidad se crea la necesidad de ser feliz en familia, la ficción de que todo el mundo se lleve bien, una falsa sonrisa y sensación de no estar solo y me duele pensar en todas las personas que estan lejos de sus casas, las personas sin familia y sin nadie, que se sienten más desdichados en estas fechas donde es tan difícil escaparse a algún lugar del mundo donde no llegue ni el más leve detalle de esta época artificial, que cada vez ilusiona menos a los que siempre se ilusionan, los niños.

Ahora, ahora pienso en la nostalgia de aquéllos que sí sienten la navidad y echan de menos a los ausentes, vivos o muertos, más que nunca.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mi pequeña

Te echo de menos. Tu voz por el teléfono no suena igual. Se están perdiendo cosas.... siento. Te echo de menos, mi pequeña, no ya tan pequeña. Me estoy perdiendo tu crecimiento, tus dudas, tus emociones, tus alegrías y tus tristezas. Siento que me he convertido en un recuerdo y en una voz que de vez en cuando escuchas por teléfono. No me puedo creer que ya no quieras sembrar semillas, verlas crecer en tu ventana o en el balcón de tu casa, por más pequeños que éstos sean. Estamos lejanas, demasiado. Estás creciendo, avanzando hacia la pubertad, la adolescencia, dejando atrás demasiado deprisa la niñez. En mi corazón sigues siendo mi niña, mi pequeña semolita, risueña, con grandes ojos celestes, inquieta, curiosa y llena de vida. Te echo de menos mucho, y no sé cómo hacer para no convertirme en un recuerdo, en la tía extraña que vive lejos. Por favor, no pienses nunca que de cierta forma te he abandonado... siempre estoy aqui. Pero ahora, no sé cómo hacer para llegar a ti en el momento justo, en la tristeza precisa... No te preocupes, encontraré el camino porque nunca se ha perdido ese vínculo que me enlaza a ti pese al tiempo y la distancia.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Consuelo y pan

Le ofreció pan blandito y agua fresca, con la tristeza de ver al ser inválido, moribundo y solo en la calle. Se acercó, con sus mejores intenciones, con su mano abierta, para ofrecerle un consuelo, una palabra, una caricia. Pero el perrito callejero, aparte de estar cojo, flaco e irse tambaleando de un lado a otro, tenía miedo, ese miedo que ya no permite, pese al hambre voraz y la sed, acercarse al ser humano. Cómo habrá sido su vida, me puse a pensar, invadida por una sensación extraña entre impotencia y tristeza, mientras le veía alejarse, al borde de la calle, tambaleante, sufriendo, y con la chispa de la vida en el, esa energía que todavía le hacía ponerse en pie y avanzar sin rumbo, pero avanzar. ¿Tiene todo eso algún sentido? -me pregunté... y decidí quedarme con el gesto hermoso de la mano tendida ofreciendo consuelo y pan.