martes, 30 de abril de 2013

Sin lápida


Cae la tarde, él quita las hierbas de su tumba. Me pregunto qué estará pensando, con la azada en las manos, limpiando la tierra bajo la que yace su madre. Igualmente me pregunto qué sentiría yo en su lugar, si quitase las hierbas que han crecido sobre la tumba de mi madre. ¿Pensaría en ella? ¿Hablaría con ella? ¿Qué estaría sintiendo yo en esos momentos, machete en mano, sudando, limpiando también la tumba de mi padre? Nunca pienso en la muerte de mis padres, en ese momento que algún día llegará. Era su adolescencia, en torno a los 14 años, cuando Jean perdió a su madre. Más de veinte años después limpia la tierra bajo la que yace. Aún sigue sin lápida...

sábado, 20 de abril de 2013

Inauguración



Hoy he asistido a la inauguración oficial de la estructura de un futuro colegio católico. La donación  para su construcción la hizo la municipalidad de Bandjoun, de la etnia Banjun al oeste del país, perteneciente al grupo étnico más amplio de los Bamilike, caracterizados por ser una gente hábil para los negocios y a los que al parecer, les gusta mucho el dinero. El acto inaugural comenzaba a eso de las 10 de la mañana, pues hemos llegado a las 12 y pico y todavía no había comenzado. Horario camerunés. Bajo unas carpas sentados en sillas se hallaban las principales personalidades del ámbito de la iglesia católica y las municipalidades de Bandjoum y Sangmélima; el resto de mortales, incluida la numerosa representación infantil de todos los colegios católicos de Sangmélima, se achicharraban con la espera bajo el ardiente sol. Llegó el obispo, y tras monseñor, hubo todavía que esperar un rato al Prefecto del departamento de Dja et Lobo, un señor vestido de militar, con gorra, muy, muy bajito y feo, con bigotito, cuya mujer, le saca tres cuerpos, mujer grandísima de piel muy negra que llevaba con mucho arte unos tacones que no sucumbían a su peso. 

En las ceremonias nunca suelen faltar los medios de comunicación, una persona con un micrófono que va narrando lo que va a acontecer y por supuesto, los discursos de las notables personalidades; y entre discurso y discurso, una actuación. Sí, una actuación. Imagino que, porque si no, nos aburriríamos como las ostras y porque todo siempre tiene un punto alegre que sin duda se agradece. Las actuaciones son muy curiosas. Por un lado suele haber grupos de mujeres, en este caso eran las alumnas del colegio, que bailan danzas tradicionales, moviendo sus cuerpos, sus caderas de una forma sorprendente al ritmo de la percusión. Impresionante. También suele aparecer un hombre o una mujer, que hace un playback, es decir, suena una canción y el sujeto con el micrófono en mano, se zarandea provocando al público, mientras simula estar cantando. El 8 de marzo, también vi una actuación, que fue un cómico que en clave de humor, trató el tema de los derechos de la mujer. Bien, sea cual sea la actuación, siempre se espera que alguien del palco de honor o de la carpa a la sombra o del público, salga y baile al ritmo de la persona que está bailando y deje algo de dinero, o en el suelo, o entre la ropa y el cuerpo del artista. En dos ocasiones ya he visto a un hombre de negocios siempre sentado en las primeras filas, trajeado y alto, que sale a bailar, y de repente se echa mano al bolsillo y saca un fajo de billetes que va tirando uno a uno, con parsimonia, sobre la persona que actúa con un deje de superioridad y altanería que me irrita, mientras que a la gente le encanta. Cuanto más contoneo, más billetes. Parece ser, que a ese mismo tipo, cuando se le pide alguna ayuda para el hospital o para alguna escuela, se hace el loco y no suelta ni prenda. ¿A mí, perdón, es a mí? Otro dato curioso, cuando las personalidades que dan su discurso, acaban de leerlo y terminan de recibir los aplausos, todos se dirigen al prefecto le saludan formalmente y le entregan los papeles con lo que han leído. Me pregunto si es porque el prefecto está algo sordo o porque quiere controlar lo que se ha dicho, o porque, los colecciona o le sirven de inspiración. 

Siguió avanzando la mañana, las danzas de las mujeres bamileke que viven en Sangmélima, hermosas y grandes mujeres que bailaban de una forma distinta a las mujeres de etnia bulu de esta zona, más tranquilas, trazando entre todas un círculo en movimiento, con sus voces entonaban una bonita canción. Me fijé que se colocaban en los tobillos unas gruesas pulseras metálicas abiertas para poder ajustarse con facilidad, huecas y con algo dentro que al caminar y bailar sonaba, como cascabeles, tin-tan, tin-tan. Me gustaría tener una de esas, ahora que lo pienso. Después, fotos, las personalidades que se dirigen a la puerta del colegio, el prefecto corta el lazo, queda inaugurado, todo el mundo aplaude, se visitan las instalaciones, más fotos, llega el de la radio local, perejil de todas las salsas,  y entrevista a las personalidades que bajo el sol comienzan a sudar. Todo el mundo huye en estampida, unos al restaurante para los invitados al acto (y otras personas curiosas como yo que se dejan invitar y se acoplan) y la mayoría a sus casas, como los niños y las niñas sudorosos pero felices porque hoy no ha habido clase y además ya es viernes.

miércoles, 17 de abril de 2013

Atrás

Te he dejado atrás, me digo.

Y más bien, quiero dejar atrás este mí misma ciego y caprichoso,
anhelante y fieramente cabezota

Mi ser empeñado en perder energías en batallas infructuosas cual Quijote,
a la caza de quimeras y molinos de viento para alimentar el pecho

Atrás. Y comienza un nuevo día. Amanece, y ya eres atardecer de ayer,
historia, ya no más presente.

lunes, 8 de abril de 2013

Huele a quemado



Huele a quemado. El sábado el fuego acabó con la vieja casa de madera, parte del recinto del hospital. En la casa, estaban viviendo los obreros que están haciendo la reforma del quirófano; también el guardián tenía un espacio, y sobre todo había material del hospital y el material de las obras de construcción de la catedral que el obispo guardaba allí. Un cambio brusco de tensión, la llegada de electricidad después de numerosos y continuos cortes de suministro, y una chispa, unos segundos y todo comenzó a arder ante la mirada atónita e incrédula de todos. Felizmente, los obreros no estaban, habían salido a comer. Todas sus pertenencias son ahora cenizas.

Todo ardió bajo la noche impertérrita.

Huele a quemado, no ha quedado nada, los cimientos de cemento solamente y aquello que pudo resistirse a las lenguas de fuego. Huele a quemado, miro por la ventana, veo las ruinas. Desastre. Doy gracias a que nadie fue herido, las pérdidas, fueron sólo materiales; pese a todo doy gracias.
 
El chico que trasladamos a Yaoundé urgente ha muerto. Le vi antes de partir, esquelético y con el vientre en canal abierto, pero con ganas de vivir en los ojos. Le cogí la mano, le ofrecí unas palabras de ánimo sujetando mis lágrimas y deseé con intensidad que se sanase. Ha muerto, los médicos no pudieron allá hacer nada. Demasiado tarde. Cuando todo el mundo lo esperaba, yo guardaba esa esperanza. Quería vivir, pero ya está muerto. Muerto, y de la muerte no hay retorno.

Hoy está siendo un lunes difícil. Me debato entre las ganas de llorar o de estallar en voz, mientras sentada en la oficina miro a través de la ventana el hospital, los árboles, la verde hierba y el hueco de la casa de madera que ya no está. Vacío y la vida… la vida se abre paso y sigue. Y duele.

viernes, 5 de abril de 2013

Miro por la ventana

Feeling good.... eso es lo que me gustaría este viernes que se me atraganta, y se me resiste. Estoy inquieta por dentro, como intranquila, como tierra germinando semillas, pero tierra que sufre sed o tormentas muy fuertes de agua. Inestabilidad. Nubosidad variable. Debe ser el tiempo, me digo, el inicio inminente de la estación de lluvias. El contexto, es inevitable que el contexto afecte, también me digo. Trabajar en un pequeño hospital donde escuchas los gritos de las mujeres pariendo sin anestesia o de las madres y familias cuando fallece alguien, o donde llegan niños y niñas a punto de morir por el paludismo, por deshidratación, o cuando se hacen operaciones que después se complican, y no hay dónde derivar el asunto, cuando aquí se paga por absolutamente todos los cuidados de salud y la gente, la gente no tiene recursos.... no es fácil, y afecta. Además me jode pensar lo que poco a poco estamos perdiendo en nuestro país, el ir al médico y no pensar en cuánto cuesta una aguja, una radiografía, una benda, una gasa, una consulta... que de momento no te dejen morir por no tener dinero... y tantas y tantas y tantas cosas...

Miro por la ventana. Sol. Por la tarde, seguramente vendrá la tormenta. Abril. Tormenta.