lunes, 29 de septiembre de 2014

Desde el desierto

 

El desierto. Nunca había sentido tanto vacío, vacío que duele y pesa. El sol no calienta, arde, quema, seca los labios y los ojos.

 

Nosotros no estamos acostumbrados al vacío, nuestra vida está llena, nos la llenan de estímulos constantes y cosas.

 
 

Sin embargo, en este horizonte de nada, puedes vislumbrar pequeños árboles aislados y valientes, insectos, pequeños animales... y también un mar de basuras que hiere y que borran de un plumazo el lado poético del desierto.

 
 
 

También he descubierto un cementerio de dromedarios y camellos, ahí en medio de la nada. Sus huesos pueblan la arena, algunos incluso con piel reseca y pelo. En realidad parece que es un matadero, donde los sacrifican, eso sí, no sé si para comerlos o cuando están enfermos y ya no sirven.

 

El desierto. Susurra el viento que mueve la arena. Silencio. Nada.

 

Y sin embargo, pese a todo o gracias a todo, la vida sigue.

 
 

domingo, 14 de septiembre de 2014

Llegada a Argel

Un apartamento en un 15º piso en Argel, un edificio de los años 50, desde el que se divisa prácticamente todo Argel, blanco y azul. Un edificio antisísmico, que ha resistido a los temblores de esta tierra. Calor. Una colina, de bajada y subida. Mi primer día aquí, mezcla de incertidumbre porque he completado ya una parte de este viaje, con ilusión y emoción por el inicio de una nueva aventura, en otro contexto, otro país, con otras gentes...y queda el resto, el desierto, el destierro y la haima.

Atardece y cae la tarde. Mañana domingo se trabaja. La casa es muy bonita, con vistas increíbles, mobiliario años 70...


Argel rezuma colonia francesa y está aliñado con palmeras y dátiles, con una mezcla de ensueño de luna, algo de decrepitud y la mirada turbia de muchísimos hombres que te penetra sin respeto.

Ahora, llaman a la oración, en el silencio de la tarde la voz del iman, profunda y armónica llama a los fieles a rezar e irrumpe entre los sonidos del tráfico.

Cerca del mar, con puerto de mar.
Y siento la emoción danzarina en mi pecho.





sábado, 6 de septiembre de 2014

Cosechas en Septiembre

Y llegó, de nuevo, septiembre. Para mi, el año, comienza en septiembre. Seguramente debido al comienzo escolar desarrollado durante casi toda mi vida. Y más recientemente.... en septiembre, casualmente o no,  suelo migrar al sur, como las aves migratorias que dejan atrás el invierno, en busca de sol, calor y un hogar cálido y transitorio.

Invierno lejos, ya casi he olvidado lo que es comprar un abrigo o sentir las manos ateridas del frío y la nariz roja.

Llegó septiembre, cierre y comienzo de nuevos retos, proyectos, ideas, cosecha de la primavera fértil y del verano caliente y pausado.

Y me gusta septiembre. Los días son manifiestamente más cortos, la vida vuelve a coger ritmo y amarillean las hojas de los árboles y se pierden....

En septiembre de 2009 fue mi primer invierno en tierras del Sur, cruzaba por primera vez el charco, a Colombia, migraba a conocer otras tierras, otras gentes, otras culturas, otras vidas.... Culminación de proyectos e inicio de una nueva forma de vida.

Que sigue a día de hoy, pero que comienza a sentir sed de raíces.