Este vestido negro le ha traído muchos
recuerdos y un fuerte reencuentro con una parte muy íntima de sí misma. Sí, recapitulando, hace muchísimo tiempo que
no había vuelto a fijarse en una mujer. Casi desde que aquella historia terminó. No
es el vestido negro, es a quien perteneció, a quien debe este reencuentro tan bonito y sincero,
estas letras y estas ganas de bailar y saltar.
Ellas. Ellas. Porque sí. Porque así
lo han decidido. Porque quieren. Ellas. Ellos. Ellas/ellos. Porque el concepto
del amor y del deseo es muy amplio para restringirlo a la reproducción. Porque recibimos
una fuerte educación de roles de género patriarcales y heterosexuales desde que
nacemos, hay quien dice que las cosas tienen una forma de ser única, y que todo
lo demás está mal, es desviado, maligno... ¿El amor es desviado, maligno, incorrecto,
impropio? Cada cual con su organismo, con respeto y libertad. Todo está en
continuo cambio y movimiento. Si ella baila sola, o baila con ellas y con ellos
o no baila… es su decisión. No es ni más ni menos, ni mejor ni peor. Simplemente
es lo que quiera ser, lo que le lata ser, libre, sin miedo. ¿Quién puede hablar
de dónde cada uno encuentre su felicidad, su paz, su inspiración? ¿Quién juzga
donde cada cual pone su corazón?
Mucha gente no lo entiende. Mucha
gente no puede respetarlo aunque no lo comparta. Muchos individuos y sociedades y gobiernos son
capaces de maltratar, criticar, juzgar, violentar, encarcelar, torturar y
matar. Y lo hacen a diario.
Y sigo pensando… aquello de que si
te choca… te checa. Y, por supuesto ¡vive y deja vivir!