Para recordarte que has de volver a la tierra o al aire, para recordarte que no eres eterno, que eres materia finita (o al menos con cierta forma finita), que la vida es valiosa y tiene caducidad, que cada minuto cuenta y es importante… los huesos de tus ancestros descansan delante de tu casa.
No están lejos en un recinto apartado de las miradas, a las
afueras, al que vas de visita en un
cierto momento del año o a dejar flores.
Aquí, en esta parte sur de Camerún, los
seres queridos muertos están delante de tu casa; visibles bien visibles, están
las tumbas sobre la tierra, una estructura en azulejos generalmente brillantes
y de color blanco, para que se vean bien, para que destaquen sobre la tierra
roja.
Para recordarte que nadie escapará.
Para recordarte que abraces con fuerza la vida.
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