El cauce de un río, naturalmente no cambia. Quiero decir que siempre que llueva, siempre que haya agua y el cauce se llene, irá hacia una dirección, a desembocar a otro río, finalmente al mar.
Cuando se quiere cambiar el cauce de un río, debe introducirse una fuerza externa, llamémosla mano humana, que lo redirige y modifica.
Así en la mente, los pensamientos que se despiertan ante un mismo estímulo, emoción, sensación, son los de siempre, son caminos trillados y fortalecidos que han recorrido una y mil veces tus neuronas, acción y misma reacción, caminos que, como los cauces de los ríos, son difíciles de modificar. Ello requiere una fuerte voluntad, mucho trabajo, caer, caer, abrir los ojos, trabajar duro, cambiar el cauce, para que atraviese otros lugares, fertilice otras tierras... Voluntad fuerte y determinación, quiero dejar atrás esa forma en la que he estado siendo.
Aquí mi mirada sobre el mundo, sobre la vida, compuesta de muchas formas y maneras de mirar mientras camino por la vida y la voy contando. La mirada sobre el mundo es una forma de estar en él e interpretarlo. Miradas...
sábado, 19 de abril de 2014
domingo, 13 de abril de 2014
Pensamientos en el huerto
Cae la tarde mientras suenan las campanas de la iglesia, y lo s niños juegan, y los insectos vuelan en el huerto de la casa de los abuelos, la casa donde creció mi madre y sus hermanos, donde veníamos de pequeñas en navidad o en verano, donde hubo gallinas, alegría, gente.
Cae la tarde, la casa es ahora de mi tía, mañana se casa Vanesa de veinte años, la hija pequeña del hermano pequeño de mi madre. ¡Cómo ha pasado el tiempo! El naranjo apenas sin hojas. Cierro los ojos y recuerdo a mi querido abuelo Lao subirse a cogernos naranjas, con su hermosa sonrisa, su rostro sonrojado y sus manos grandes. La abuela Tina ha menguado, está ya muy mayor. Hacía varios años que no venía al pueblo, a Torrecilla de los Ángeles.
Siento nostalgia, naranjas, caquis, granadas, sandía, el aceite, ir a la huerta, montar en el carro tirado por las mulas, echar de comer a las gallinas y a la cerda, bullicio...
Desde hace tiempo, mucho, me siento desenraizada de aquí, y sin embargo sigue habiendo algo de mí aquí.
Cae la tarde, viene el tiempo extremeño caluroso, el sol besa mi rostro. La tapia de al lado, y la casa de Mero y Flora. Matas de fresas, menta, calas hermosas, un manzano. Y... la vida sigue inexorable.
miércoles, 2 de abril de 2014
Abril
Recuerdo abril en Granada. Salíamos de la adolescencia, en
plena juventud y sueños estábamos. Recuerdo la casa de Federico García Lorca en
Fuentevaqueros. Recuerdo abril, aquella primavera, las flores y el jazmín
oloroso, el árbol del amor en la Alhambra. Tibio abril, primavera de ilusiones.
Recuerdo el perfume de Abril, que me
encantaba. Ese corazón inquieto, siempre anhelante y soñador. Guardé cada
pétalo, cada papel, la esencia de aquel abril, que varios años después viene a
mí de nuevo en abril.
Abril y sentir.
Abril y abrir. Abre la ventana, que entre el aire como un remolino, que se lleve la bruma, el polvo y la duda.
Abril para morir. Y revivir.
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