Recuerdo abril en Granada. Salíamos de la adolescencia, en
plena juventud y sueños estábamos. Recuerdo la casa de Federico García Lorca en
Fuentevaqueros. Recuerdo abril, aquella primavera, las flores y el jazmín
oloroso, el árbol del amor en la Alhambra. Tibio abril, primavera de ilusiones.
Recuerdo el perfume de Abril, que me
encantaba. Ese corazón inquieto, siempre anhelante y soñador. Guardé cada
pétalo, cada papel, la esencia de aquel abril, que varios años después viene a
mí de nuevo en abril.
Abril y sentir.
Abril y abrir. Abre la ventana, que entre el aire como un remolino, que se lleve la bruma, el polvo y la duda.
Abril para morir. Y revivir.
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