Un apartamento en un 15º piso en Argel, un edificio de los años 50, desde el que se divisa prácticamente todo Argel, blanco y azul. Un edificio antisísmico, que ha resistido a los temblores de esta tierra. Calor. Una colina, de bajada y subida. Mi primer día aquí, mezcla de incertidumbre porque he completado ya una parte de este viaje, con ilusión y emoción por el inicio de una nueva aventura, en otro contexto, otro país, con otras gentes...y queda el resto, el desierto, el destierro y la haima.
Atardece y cae la tarde. Mañana domingo se trabaja. La casa es muy bonita, con vistas increíbles, mobiliario años 70...
Argel rezuma colonia francesa y está aliñado con palmeras y dátiles, con una mezcla de ensueño de luna, algo de decrepitud y la mirada turbia de muchísimos hombres que te penetra sin respeto.
Ahora, llaman a la oración, en el silencio de la tarde la voz del iman, profunda y armónica llama a los fieles a rezar e irrumpe entre los sonidos del tráfico.
Cerca del mar, con puerto de mar.
Y siento la emoción danzarina en mi pecho.
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