Danzando entre la alegría de volver y la tristeza de las despedidas. Ya
casi puedo contar los días que faltan para coger el avión de vuelta a
casa con los dedos de mis manos. Y siento tristeza y alegría, agridulces
emociones. La etapa se está cerrando. Casi un año de mi vida en estas
tierras rojas, con estas gentes, con otras y las mismas realidades. La
mirada, cómo no, ha cambiado. Los caminos se han ampliado. Los
horizontes han crecido y mi vida, mi vida ha cogido matices nuevos,
pliegues distintos, esencias y solidez.
Si escarbo un poquito, lo que siento es una inmensa, inmensa gratitud.
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