sábado, 8 de diciembre de 2018

Ahora

Hace tiempo escribía “de nómada … a enredadera”, ahora me sentipienso entrecruzada, ni nómada ni enredadera sino una nómada enredada o una enredadera nómada.

sábado, 1 de diciembre de 2018

Diciembre

Inicia el mes de diciembre, último de este 2018, un mes que cierra el año y que al mismo tiempo, me suma años de vida. Y es que me gusta mucho cumplir años.


Me gusta diciembre, es un mes que invita al recogimiento, noches largas, pocas horas de luz solar, ideal para meditar, para estar en casa, leer, escribir y dedicarse a la introspección. Paradójicamente es un mes de celebración religiosa/social, de reuniones familiares que muchas veces no apetecen, de alto gasto económico, de luces, de excesivo consumo y de familiares atracones.


En diciembre hace frío, hay escarcha, noches rasas, se culmina un año y se hace balance junto a los típicos propósitos de año nuevo, que más que una vez al año, habría que ir revisando a diario. Pero la vida nos lleva, nos lleva en las prisas, en el no tener tiempo para nada, en el encadenar un día junto al otro y en el pasar de las semanas sin lugar para la pausa, para el descanso, para la reflexión o el goce de estar vivas.


En diciembre nos obligamos a dedicar tiempo a las personas queridas que dejamos descuidadas a lo largo del año por las varias ocupaciones diarias que nos impone este ritmo acelerado de vida. Siempre siento que no llego; siento a menudo que voy al límite, que lo hago todo en el último momento, que me olvido del proceso y estoy en el resultado, como un hámster corriendo en una rueda a toda velocidad…. Y me pregunto ¿para qué, por qué? El acelere de este modo de vida no deja espacio ni tiempo para formular preguntas e inventar respuestas. Es importante pararse, pararse a sentir el cuerpo, a conectar con nosotras mismas; tener tiempo para que nazcan cuestiones y  poder parar a escuchar nuestras propias respuestas.


Me gusta diciembre pese a los pies fríos. Me gustan sus días de sol, de niebla o de lluvia. Me gusta el epílogo del año, y desde ya voy tejiéndome un abrigo que me aísle del diciembre consumista, de prisas, de compromisos y derroche, y además voy a proveerme de una despensa de tiempo y cuidado para mi.