sábado, 6 de diciembre de 2014

Diciembre

Ya diciembre. Qué rápido han pasados estos meses en Argelia, de aviones Tindouf-Argel-Tindouf, de descubrimiento, de decepciones, de ilusión menguante, de lunas, de tormentas de arena, de contexto sociopolítico, de donantes y facturas, de escoltas, de errores y aprendizajes, de risas, de tés excesivamente azucarados, de dificultades, de esfuerzo, de dudas, de camellos, de jaimas, de rezos en las mezquitas, de cervezas en el Granada una vez al mes, de historias de vida, de vida, de vida... de realidades y vergüenzas, de falta de humanidad y de entendimiento, de gente y sus sonrisas, de esperanzas, de lucha, de ganas, de abatimiento y tristeza, de belleza y caídas, de desigualdades, de henna y cus cus, de desierto, de descarados flirteos, de ducharse con el puerto de Argel de fondo, de lo duro que es ser mujer aquí y refugiado en los campamentos, de vivir amurallado, de músicas maravillosas y pueblos nómadas y bereberes, de barbudos extremistas, de falta de anonimato y vida privada, de las puestas de sol donde el horizonte es infinito, de mares de arena, de dunas que aún no he podido visitar...


Camino, miro, me tambaleo, me caigo, me levanto, lloro, sonrío, me ilusiono, me desilusiono, crezco, sonrío, me miro, aprendo y continuo caminando.

sábado, 11 de octubre de 2014

Una llamada


Es una llamada

La llamada a los fieles musulmanes para orar

Para orar a un dios desconocido para mí

Esa llamada de varias veces al día, más bien, la voz que entona esa llamada

Me toca por dentro

Toca una fibra, un filamento interior mío

Que me invita a unir mi voz con esa voz

Esa llamada toca algo mío, inconcreto, intangible, íntimo, prácticamente desconocido

Esa llamada me estremeceLa llamada a la oración

El despertar de algo inconcreto pero ligado a una dimensión trascendente

Es la llamada a la oración

Y mezcla, mestizaje, pienso en antepasados muy, muy lejanos y en la sangre del sur que siento que de mí tira

Raíces de sur

Andaluza, extremeña, gitana, mora, mujer, ser humana.




sábado, 4 de octubre de 2014

El Aid al-Adha


Abro la ventana. Llegan los sonidos de la calle, coches, un gallo, niños… y el balar de los corderos. En estos momentos, o en los que precederán, millones de corderos serán sacrificados en los países musulmanes. Son las Fiestas del Aid, la Fiesta del Cordero, la mayor festividad de los musulmanes.

Por primera vez en mi vida me pilla cerca, tan cerca que si voy a la cocina, puedo escuchar a los vecinos de al lado, preparando un lugar en la escalera común, para matar a sus corderos. De momento se oye el balar nervioso de los animales que saben, que está próxima su hora.

 

Los vecinitos de al lado, también están ahí; esos niños y niñas jugaban con los corderos blancos antes de ayer.



Si miro por la terraza, veo otra familia, que en la azotea de su edificio, están también preparando todo para sacrificar el cordero.

Y siguen y siguen balando, entran sus sonidos por la ventana, junto al de los coches, al de la lluvia… Y en un cierto momento, quedará todo en silencio.

Las familias se juntarán, comerán prácticamente hasta reventar, compartirán, se harán visitas entre ellos y lucirán sus mejores galas. Son 4 días de fiesta en los que se para el mundo musulmán.

Los corderos han alcanzado precios desorbitados.. de 400 a 700 euros aproximadamente.... más que lo que cobra mucha gente mensualmente por su trabajo. Los de los campamentos vienen de Mauritania, delgados y casi famélicos tras el largo viaje por el desierto. Los de Argel, están más gorditos. Quiénes no puedan comprar un cordero... matarán una cabra. Hay una muy reducida minoría que no celebra esta fiesta con sacrificios.

Entra el aire fresco por la ventana. Se siguen oyendo balar a los corderos. Hoy es día de fiesta.

 

Blanco y sangre.

 

lunes, 29 de septiembre de 2014

Desde el desierto

 

El desierto. Nunca había sentido tanto vacío, vacío que duele y pesa. El sol no calienta, arde, quema, seca los labios y los ojos.

 

Nosotros no estamos acostumbrados al vacío, nuestra vida está llena, nos la llenan de estímulos constantes y cosas.

 
 

Sin embargo, en este horizonte de nada, puedes vislumbrar pequeños árboles aislados y valientes, insectos, pequeños animales... y también un mar de basuras que hiere y que borran de un plumazo el lado poético del desierto.

 
 
 

También he descubierto un cementerio de dromedarios y camellos, ahí en medio de la nada. Sus huesos pueblan la arena, algunos incluso con piel reseca y pelo. En realidad parece que es un matadero, donde los sacrifican, eso sí, no sé si para comerlos o cuando están enfermos y ya no sirven.

 

El desierto. Susurra el viento que mueve la arena. Silencio. Nada.

 

Y sin embargo, pese a todo o gracias a todo, la vida sigue.

 
 

domingo, 14 de septiembre de 2014

Llegada a Argel

Un apartamento en un 15º piso en Argel, un edificio de los años 50, desde el que se divisa prácticamente todo Argel, blanco y azul. Un edificio antisísmico, que ha resistido a los temblores de esta tierra. Calor. Una colina, de bajada y subida. Mi primer día aquí, mezcla de incertidumbre porque he completado ya una parte de este viaje, con ilusión y emoción por el inicio de una nueva aventura, en otro contexto, otro país, con otras gentes...y queda el resto, el desierto, el destierro y la haima.

Atardece y cae la tarde. Mañana domingo se trabaja. La casa es muy bonita, con vistas increíbles, mobiliario años 70...


Argel rezuma colonia francesa y está aliñado con palmeras y dátiles, con una mezcla de ensueño de luna, algo de decrepitud y la mirada turbia de muchísimos hombres que te penetra sin respeto.

Ahora, llaman a la oración, en el silencio de la tarde la voz del iman, profunda y armónica llama a los fieles a rezar e irrumpe entre los sonidos del tráfico.

Cerca del mar, con puerto de mar.
Y siento la emoción danzarina en mi pecho.





sábado, 6 de septiembre de 2014

Cosechas en Septiembre

Y llegó, de nuevo, septiembre. Para mi, el año, comienza en septiembre. Seguramente debido al comienzo escolar desarrollado durante casi toda mi vida. Y más recientemente.... en septiembre, casualmente o no,  suelo migrar al sur, como las aves migratorias que dejan atrás el invierno, en busca de sol, calor y un hogar cálido y transitorio.

Invierno lejos, ya casi he olvidado lo que es comprar un abrigo o sentir las manos ateridas del frío y la nariz roja.

Llegó septiembre, cierre y comienzo de nuevos retos, proyectos, ideas, cosecha de la primavera fértil y del verano caliente y pausado.

Y me gusta septiembre. Los días son manifiestamente más cortos, la vida vuelve a coger ritmo y amarillean las hojas de los árboles y se pierden....

En septiembre de 2009 fue mi primer invierno en tierras del Sur, cruzaba por primera vez el charco, a Colombia, migraba a conocer otras tierras, otras gentes, otras culturas, otras vidas.... Culminación de proyectos e inicio de una nueva forma de vida.

Que sigue a día de hoy, pero que comienza a sentir sed de raíces.


lunes, 11 de agosto de 2014

Luna de agosto

En esta noche calurosa
de agosto en Madrid
quiero insomnio
para mirarte

Bajo las estrellas
que no veo y que están
cayendo como lluvia
quiero alargar la noche
para acompañarte

Dulcemente iluminada
la ventana
música, y mi respiración
bendita intimidad
para soñarme

Luna de agosto
llena
plena
para desear



viernes, 25 de julio de 2014

En una tarde cualquiera de julio, esperaba a una amiga en metro Tribunal, a la sombra, apoyada en la verja que circunda el Museo Municipal (ese edificio de la fachada tan bonita).
Como suelo llegar antes, esperé unos 15 minutos. Habíamos quedado a las 5 de la tarde (siempre recuerdo el poema de Lorca  A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde  y mientras esperaba, y la gente pasaba y pasaba, me puse a observar. Casi a las 5 de la tarde, en la cera de enfrente, a la izquierda de la boca del metro, llegó un señor de mediana edad que comenzó a limpiar el suelo de la calle, con sus pies, retirando colillas y suciedades, y una vez terminada esta labor de limpieza, se sentó, apoyando su espalda en la pared del Tribunal de cuentas, y comenzó su turno, su jornada, puntual a las 5 de la tarde. Todos los movimientos automatizados a fuerza de repetir faena diariamente: piernas cruzadas, cigarrillo en mano, un cartel de cartón a un lado y un recipiente donde echar monedas al otro, eran todos sus utensilios. Y la gente pasaba y pasaba, y este señor y yo, figuras estáticas en la calle. Mientras le observaba y pensaba, rompió el leve bullicio de la tarde un chico joven, casi adolescente, que pasó por esa cera de enfrente rápido, bailando, cantando a gritos, con unos auriculares puestos, como si no hubiera nadie más en el mundo y ajeno a las miradas y risas de la gente que se lo iba encontrando. Iba en su mundo, alterado, fuera de la norma, dando la nota, como diríamos a su bola, llamando la atención. Y pensé que tal vez en su mundo se estuviera mejor que en este otro, y que en realidad, no hacía daño a nadie, mientras la gente se giraba para mirarle y se reía. Pasó de largo, y volvió la calma relativa. Mientras me cambiaba de postura apoyando en la verja el otro pie, aparecieron unas botas pesadas, grandes, de cuero, que rompían el equilibrio de sandalias y zapato ligero de esta tarde de verano. Las botas llevaban a un hombre pequeño y lejano, por sus rasgos diría que oriental, pelo largo, barba rala, mochila enorme sobre los hombros, y un mapa en la mano. Rezumaba experiencia, seguridad, prisa. Tac tac tac cruzaban la calle esas botas viejas de viajero, parecía un hombre a sus botas pegado. Tac tac tac cruzó raudo la calle el viajero. Pensé en cuántos kilómetros llevaría a su espalda, cuántos países, cuántos atardeceres... y mientras me perdía en estos pensamientos, llegó, más allá de las 5 de la tarde, mi amiga.

Y con ella, se fueron saludos, besos y abrazos y pastas.....a Camerún. Y yo me quedé con la nostalgia y cientos de recuerdos.

martes, 15 de julio de 2014


Es precisamente esta hora que me reservo para mí. Alguien me dijo una vez que mi hora del día era el amanecer, la mañana, que estaba más guapa... pero yo siempre preferí el caer de la tarde.
Es en verano cuando adoro mirar al horizonte y ver marcharse el sol, entre nubes o majestuoso y solo.
Es la hora en la que los pájaros se acercan a beber a la piscina, la tierra descansa, las plantas y árboles respiran tras una jornada de ardiente calor.
Hoy hay nubes en el cielo, los aviones dejan su surco y los pájaros cantan.

domingo, 15 de junio de 2014

Dejarlo pasar

Dejarlo pasar
Déjalo pasar, déjalo pasar... me repito como un mantra. 
No llames. No sigas detrás más. 
Déjalo pasar. 
Una vez más. Desamor o confusión de términos.

Leí hace poco algo así como.... donde no puedas amar, no te demores.
No te demores. Déjalo pasar.
No te preguntes ni por qué sí ni por qué no...
Suelta. Y continúa. 
Cierra. Y sigue.

lunes, 9 de junio de 2014

El abrazo

Ese abrazo fue expresión de amor enfurruñado, de odio y cariño, de te he echado de menos, siento que no me quieres, te quiero pero no lo veo, te quiero pero me dañas, tengo miedo a perderte, estoy perdida y te estás perdiendo, eres mi cachito y me produces pesadillas, soy tu cachito pero no te siento cerca, me siento abandonada, siento culpa, no he sabido cuidarte.

Ese abrazo tapaba y expresaba. Eran brazos que abrazan un cuerpo tenso, indeciso, una mente inmadura y perdida, sedienta de cariño; era cuerpo abrazado por otro cuerpo sufriente y pequeño, endurecido, maduro pero frágil.

Ese abrazo fue el inicio de un reencuentro, de una nueva andadura, el diseño de un porvenir que parirá lo no dicho, que expresará, que colocará las piezas descolocadas, que irá sembrando confianza y cosechará más amor, más paz.

El abrazo... porque el cuerpo apenas esboza lo que el corazón coraza no es todavía capaz de expresar.

El abrazo, el esbozo de un nuevo inicio.

miércoles, 4 de junio de 2014

Dos palabras y una sonrisa

Sigo creyendo en eso. La vida es cerrar ciclos, etapas, mientras que otras se van abriendo sutilmente, tal vez sin darnos cuenta. Se está prácticamente cerrando ya una etapa laboral y vital. Una vez más, estoy llena de agradecimiento. Pero no quería escribir sobre esto ahora. En este cambio vital, de momento sin obligación de madrugar cada mañana, de ir caminando o en bus al metro y llegar al trabajo, de mejor o peor humor, dormida, radiante o ilusionada, echaré de menos algo concreto y maravilloso, y que tal vez poca gente haya percibido: los "buenos días" leales, ciertos y diarios, y la sonrisa que los acompañan cada mañana, del chico que en la puerta del metro de la estación de Miguel Hernández, reparte el periódico de 20 Minutos.

Porque sus buenos días alegres y su sonrisa, tiraban de la mía, y bajar las escaleras y que te engulla el metro y la rutina, era mucho menos pesado. Dos palabras y una sonrisa, gratuitas como el periódico. Gracias. Ojalá supieras de ese gran impulso que han supuesto para mi durante estos meses de oficina y de regreso a Madrid, por las mañanas, tus dos palabras y tu sonrisa.

sábado, 31 de mayo de 2014

Hoy amanecí con nostalgias. Nostalgia de lugares. Nostalgia de personas. Recuerdo la pequeña casa en Guarne que pintamos de amarillo y que arrendé aquel tiempo; recuerdo cada uno de sus rincones y cómo fue cambiando desde que comenzaste tu a vivir en ella. Cambió el espacio, y cambió mi vida. Qué manera de amarse. Otro recuerdo matutino han sido aquellas copas de vino hasta la madrugada en la Latina escuchando en aquel lugar la música The Cure. Yo quería querer y ahí apareciste tú, enganchado a la emoción del principio de comenzar relaciones. Amor romántico en su máxima expresión, casi un cuento de hadas con viaje a Florencia.  

Más bien no son nostalgias… son recuerdos que afortunadamente ya no duelen… en este mosaico de pequeñas piezas que es mi vida.

domingo, 25 de mayo de 2014

Y el mundo se paró en ese instante.
Todos los ojos despistados se volvieron hacia ti
y comenzaron las preguntas.

Nunca he sentido tanta angustia

He aprendido a relativizar
y a colocar en el centro lo importante
a dejar de perder el tiempo en estúpidas esperas
a no dispersar más innecesariamente mi energía.

El mundo se paró en ese instante,
vacío absoluto.
Continuó la respiración, la vida, pero tú no estabas.
No sabíamos dónde estabas.

Nunca he estado tan cerca de perderme en el dolor
y no encontrar la salida.

Acaricié el más profundo desconsuelo, el desvarío
en la posibilidad de tu pérdida.

El mundo se paró en ese instante.
Doy gracias porque pudo ponerse de nuevo en marcha.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Tengo encogido el corazón. Se me queman las tripas de angustia. Ayer revolvía tu habitación buscando pistas para saber dónde hallarte, para recuperarte…
Encontré bajo tu cama una caja con libros, muchos de ellos te los había regalado yo a lo largo de los años, aquéllos en los que todavía te gustaba leer. Siento que te pierdo. Ahora estás perdida. Te estamos buscando. Estoy muriendo en cada minuto de espera.
Encontré muchas cosas,  dolorosas para una niña de 14 años, porque para mí sigues siendo una niña, aunque la legislación española diga que a partir de los 13 años puedes tener relaciones sexuales sin ningún problema.
Pasan los minutos. Dónde estás y qué estarás haciendo, con quién. No puedo evitar que la mente se me vaya a pensar cosas terribles, y que se me siga encogiendo el corazón. ¿Qué no he visto, qué no hemos hecho, cómo has llegado a este punto? Vuelve, dime qué necesitas, cerca o lejos nunca he dejado de quererte. Vuelve. Te ayudaré a pegar los trocitos de tu vida.
No me perdono que te hayas ido convirtiendo en casi una extraña para mí. En tu habitación encontré retazos de ti y partes ajenas a la niña que yo conocía. El tiempo ha pasado y tal vez no he estado a la altura. Vuelve. No todo está perdido. Cuando te abracé el viernes sentí a esa niña pequeña y preciosa, por más que te maquilles, te tiñas el pelo, vistas ajustada o no quieras ir al instituto.

Vuelve. No hay familia perfecta, pero te queremos. Te quiero.

viernes, 9 de mayo de 2014

Cada mañana

Cada mañana la vida se impone con fuerza. El sol va saliendo poco a poco pero imparable, hasta alumbrar el día. Todo se pone en movimiento. Los pájaros pían y cantan, los árboles y las plantas siguen creciendo, brotando. Despertamos y comienza un nuevo día, bonito, brillante a estrenar. Prácticamente ya escrito. Lo tenemos lleno de cosas que hacer. ¿Cuánto espacio hay para que llegue algo inesperado, para la sorpresa, para lo nuevo? Cuando despierta el día es como si estuviera por escribir, como un hermoso papel coloreado en blanco. ¿Cuánto espacio dejamos a la vida?, ¿cuánto nos dejamos llevar? A veces el mero hecho de no llenar el tiempo, de tenerlo ahí delante desplegándose sin más, sin planes prefijados de antemano, nos agobia. Nos zarandea tanto espacio en blanco. En lugar de disfrutarlo queremos llenarlo, decimos "aprovecharlo". Y la vida pasa. Y todo momento tiene su sentido, todos están llenos hasta pueden estarlo de vacío, y no son momentos perdidos. Estamos en una sociedad de lo inmediato y de lo lleno. Todo debe llegar rápido, y todo el tiempo (que construimos en forma de agenda) debe estar lleno. No se propicia el tiempo de ser y estar, el tiempo de reflexionar, el tiempo de mirar para adentro y descubrir, el tiempo sin tiempo. Estamos más en el hacer, y mucho más, en el tener y en el acumular. Con prisa, intentando llevar ventaja al tiempo, pensando que no se nos va acabar y olvidamos quiénes somos y dónde estamos; pasamos de puntillas por el ahora. Cada mañana la vida se impone con fuerza. Respírala, y vívela cada instante. Fluir.

viernes, 2 de mayo de 2014

La imagen definitiva

La imagen definitiva. Me vi montada en un tren a toda velocidad, casi sacando medio cuerpo por la ventanilla, mi pelo al viento, mirando cómo te dejaba atrás, cómo mi tren pasaba y tu estabas fuera de él, a un lado, estático, inánime, mirando. Mi tren pasaba veloz y cierto, y tu quedaste atrás, cada vez más lejos, más pequeño, hasta desaparecer. Y el corazón pesaba menos.

Mil soles

La vida está ahí para aprender, y crecer. Todo lo que nos pasa encierra un aprendizaje para quién lo quiera ver. Pasado el cabreo, la decepción y la desilusión, con un poco de perspectiva es bueno revisar lo vivido y apreciar esas señales que no vimos, reconocer esas voces internas que quisimos acallar, y vernos desde fuera, como una actriz realizando su papel, con sus luces y sus sombras. Y reír. Reírte. Quedarse con lo vivido y seguir adelante, con esa sonrisa radiante llena de mil soles y de luna. 

sábado, 19 de abril de 2014

El cauce

El cauce de un río, naturalmente no cambia. Quiero decir que siempre que llueva, siempre que haya agua y el cauce se llene, irá hacia una dirección, a desembocar a otro río, finalmente al mar.
Cuando se quiere cambiar el cauce de un río, debe introducirse una fuerza externa, llamémosla mano humana, que lo redirige y modifica.
Así en la mente, los pensamientos que se despiertan ante un mismo estímulo, emoción, sensación, son los de siempre, son caminos trillados y fortalecidos que han recorrido una y mil veces tus neuronas, acción y misma reacción, caminos que, como los cauces de los ríos, son difíciles de modificar. Ello requiere una fuerte voluntad, mucho trabajo, caer, caer, abrir los ojos, trabajar duro, cambiar el cauce, para que atraviese otros lugares, fertilice otras tierras... Voluntad fuerte y determinación, quiero dejar atrás esa forma en la que he estado siendo.

domingo, 13 de abril de 2014

Pensamientos en el huerto


Cae la tarde mientras suenan las campanas de la iglesia, y lo s niños juegan, y los insectos vuelan en el huerto de la casa de los abuelos, la casa donde creció mi madre y sus hermanos, donde veníamos de pequeñas en navidad o en verano, donde hubo gallinas, alegría, gente.
Cae la tarde, la casa es ahora de mi tía, mañana se casa Vanesa de veinte años, la hija pequeña del hermano pequeño de mi madre. ¡Cómo ha pasado el tiempo! El naranjo apenas sin hojas. Cierro los ojos y recuerdo a mi querido abuelo Lao subirse a cogernos naranjas, con su hermosa sonrisa, su rostro sonrojado y sus manos grandes. La abuela Tina ha menguado, está ya muy mayor. Hacía varios años que no venía al pueblo, a Torrecilla de los Ángeles.
Siento nostalgia, naranjas, caquis, granadas, sandía, el aceite, ir a la huerta, montar en el carro tirado por las mulas, echar de comer a las gallinas y a la cerda, bullicio...
Desde hace tiempo, mucho, me siento desenraizada de aquí, y sin embargo sigue habiendo algo de mí aquí.
Cae la tarde, viene el tiempo extremeño caluroso, el sol besa mi rostro. La tapia de al lado, y la casa de Mero y Flora. Matas de fresas, menta, calas hermosas, un manzano. Y... la vida sigue inexorable.

miércoles, 2 de abril de 2014

Abril

Recuerdo abril en Granada. Salíamos de la adolescencia, en plena juventud y sueños estábamos. Recuerdo la casa de Federico García Lorca en Fuentevaqueros. Recuerdo abril, aquella primavera, las flores y el jazmín oloroso, el árbol del amor en la Alhambra. Tibio abril, primavera de ilusiones. Recuerdo el perfume de Abril, que me encantaba. Ese corazón inquieto, siempre anhelante y soñador. Guardé cada pétalo, cada papel, la esencia de aquel abril, que varios años después viene a mí de nuevo en abril. 
Abril y sentir.
Abril y abrir. Abre la ventana, que entre el aire como un remolino, que se lleve la bruma, el polvo y la duda.
Abril para morir. Y revivir.

martes, 11 de marzo de 2014

11 de marzo

Hoy 11 de marzo de 2014, se cumplen 10 años de aquella tragedia, que dejó Madrid, muda, conmocionada, desgarrada...10 años, hoy todo el mundo nos acordamos de ello, 10 es un número perfecto, como un ciclo, una década. Hay personas que se acuerdan desde entonces a diario, recuerdan a diario, echan de menos a alguien a diario, lloran o tienen miedos a diario... Casi todo el mundo podría decir qué estaba haciendo esa mañana de ese 11 de marzo, primaveral como casi todos los marzos, de 2004. Porque la memoria graba a fuego las cosas que cambian la vida, los hechos muy felices o decididamente dolorosos y atroces; somos incapaces de olvidar lo que rodeaba ese momento, lo que estabas haciendo, porque ese día no es un día cualquiera, es un día que cambia la vida.
Recuerdo que era un día entre semana, no sé cuál, sé que era una mañana en la que tenía que ir a la universidad, a primera hora, pero me quedé dormida. Desde la cama, empecé a oír muchas sirenas de policía, ambulancias, poco después helicópteros, con una intensidad y frecuencia que no eran normales. Mi madre estaba en casa, pusimos la tele, las noticias ya estaban contando dando a tientas las primeras informaciones: lo incomprensible, el espanto, la incredulidad... y más sonidos de ambulancias. La estación del Pozo, no está lejos de mi casa. El horror, la incredulidad, el desconcierto. Han puesto bombas en los trenes de cercanías, ha muerto mucha gente, hay muchos heridos...
Recuerdo el día siguiente. Pese a la barbarie, la vida continúa. Recuerdo el viaje en metro, con miedo, con insondable tristeza, todas la personas con caras largas, mirando al suelo, las lágrimas asomando. Lo ocurrido era demasiado fuerte. Silencio. Sospechas de las mochilas, las mochilas estallaron e hicieron saltar por los aires los trenes y la gente. Recuerdo la inmensa manifestación ciudadana, inmensa.
Han pasado 10 años desde entonces. Una década. Siguen floreciendo los almendros. Ese día ha quedado grabado en el recuerdo de todos, en la memoria de una ciudad. Tantas personas que se quedaron sin aliento o dañadas, injustamente. Tantos familiares y amigos que siguen en el vivir marcados por la tragedia. Diez años después, todos hemos revivido aquel día y todos hemos compartido un poquito de ese dolor. Abracemos con amor la vida... pienso, porque nunca se sabe lo que puede durarnos. Que descansen en paz, y que la hallen los que aquí quedaron.

lunes, 10 de marzo de 2014

Lunes

Me gusta mucho esta hora de la mañana.
Todo en silencio, la noche quitándose lentamente la ropa
y sin darse uno cuenta, comienza el día.
La cocina huele a café recién hecho.
Comienza el día.
Si escuchas atentamente, oyes flotar en el aire los cantos de los pájaros.
El cuartito de luna se va a dormir ya.
También oigo respirar la nevera en la cocina.
Y el tic tac del reloj en la pared.

¡Ya viene el día, ya viene, mare...!

El día de la mujer

El día de la mujer, son todos los días de nuestra vida vida. Desde el nacimiento hasta la muerte. Mary Wollstonecraft, una de las primeras mujeres y filósofas que reivindicó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, ya lo decía: No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas.

Poder sobre sí mismas, sobre sus vidas, sobre su capacidad de decisión. Libertad para poder escucharse y dejarse ser lo que realmente somos, y no lo que se espera -en todo ámbito- de nosotras. Y es que el yugo del sistema patriarcal es muy sutil, pero muy fuerte. Todo: la violencia, los valores, los roles de género, las relaciones y el comportamiento, las leyes... todo orientado a reducir el poder que tiene la mujer sobre sí misma....
Ay Mary, si levantaras la cabeza, a más de 300 años de que escribieras tu vindicación, no voy a decir que sigamos igual, pero todavía queda tanto y tanto por luchar, tanto terreno por conquistar.... Y es increíble ver cómo en todas partes, el fondo de la situación es el mismo: el patriarcado, el androcentrismo, desigualdad.



El año pasado el día de la mujer en Camerún, el tono del día era más fiestero, como un día para el desmadre para la mujer, donde se emborrachan y pierden los papeles... un día que temen los hombres. Pero también hubo una manifestación, una reivindicación de derechos: el lema de ese año en Sangmélima fue  la eliminación y la prevención de todas las formas de violencia a las mujeres y a las niñas. Y aparte del desfile de empresas y asociaciones de mujeres, se pudieron leer pancartas como "no a los matrimonios precoces".

El 8 de marzo de 2014 en Madrid, ha tenido un tono distinto, pero en el fondo igual. Se han reivindicado cambios en la ley del aborto, una ley trasnochada que nos quiere imponer la derecha y la iglesia más recalcitrantes; sobre la violencia de género, haciendo memoria de todas las mujeres asesinadas por sus compañeros/maridos/novios; sobre la diferencia de sueldos y sobre el acoso laboral; también sobre la visibilización del colectivo LGTB. Se han pedido cambios políticos, se han criticado y ridiculizado a esos mismos políticos.


Son cosas todavía impensables en Camerún, hablar abiertamente del aborto, del lesbianismo, de coños, en fin, cualquier crítica pública al presidente actual que es el mismo que han conocido las abuelas, y las madres de las niñas de hoy en día.

La forma es distinta, la esencia es la misma. Somos todas mujeres, de una u otra manera en su mayoría oprimidas, por el sistema, la religión, la sociedad y lo peor de todo: nosotras mismas.


Aquí y allá me encantaron ver todo tipo de mujeres (y también hombres). Aquí,  fueron familias enteras, de varias generaciones, mujeres viejitas, niñas y niños, mujeres con discapacidad. Me encantó ver mezclados entre la gente chicos negros (no sé si por curiosidad o por solidaridad con la causa). Abuelos, que no todos son gruñones y retrógrados. Música, una excelente batucada, buen humor, compañerismo. Yo añadiría alguna reivindicación de solidaridad entre las mujeres, que no compitan, que no se critiquen tanto,que se ayuden y ayuden a ver a las que todavía tienen un velo de machismo en los ojos.

En fin, hay que seguir en la lucha todos los días del año, con cada gesto diario. Por nosotras, por ellos y por la humanidad.

Iba yo pensando mientras caminaba sola, que si volviera a nacer, volvería a ser, sin duda, una mujer.

jueves, 6 de marzo de 2014

Pequeñas palabras para el jueves

A esta hora de la mañana, pasadas las 8.30 entra el sol de marzo por la ventana, brillante, rabioso de vitalidad. Ilumina el comedor colorido de naranjas y telas africanas. Escucho música brasileira, a contraluz las motitas de polvo danzan, danzamos y el día comienza alegre y echando de menos lugares y personas, que quedan retratadas en las fotos y tatuadas en el corazón.

viernes, 21 de febrero de 2014

Aquí o allá

Cuando llego a Madrid, me siento como un pez en el agua. Sé dónde encontrar lo que necesito y sobre todo sé dónde se encuentran las personas que quiero ver, con las que quiero conversar y compartir mi tiempo. Madrid en febrero, acariciando la primavera y con sus días cada vez un poquito más largos, me gusta. Siempre me he admirado el cielo amplio de Madrid, luminoso y de espectaculares atardeceres.


Todavía no hace una semana que he regresado de otras tierras, de otro mundo en el mismo mundo. Con la tierra africana aún incrustada en las uñas de mis pies, que los colorea de un intenso anaranjado, vengo con una especie de pureza o sencillez (no sé exactamente cómo describirlo) tanto en el cuerpo como en la mirada. Los estímulos que te rodean son tan diferentes aquí y allá, que no puedo dejar de comparar, y además deseo con fuerza que esta energía, digamos limpia o positiva o esencial, no desaparezca en esta gran ciudad de prisas, de caras alargadas, de poca sonrisa, superficial y enormemente materialista. Es un tesoro que brilla, un tesoro que tengo la intención de guardar dentro todo el tiempo que pueda.


Y no es que reniegue de acá, de este mundo, también mi mundo, pero sí que observo y siento cosas que entristecen, desde el minuto uno en el que montas en el metro. Y no es que todo sea negativo, pero sí se está tornando increíblemente gris, y no es para menos. Reconozco y agradezco los grandes logros que aún persisten (y que no sabemos cuánto durarán) como la grandeza de llegar enferma y que te atiendan (por tener la cartilla claro, y no ser inmigrante) rápidamente y con las últimas tecnologías médicas, o la grandeza de abrir el grifo con agua corriente y limpia en casa o tener mil opciones distintas para llenar la nevera, por poner algunos ejemplos. Pero aquí se comienza a pasar hambre, a generalizarse la miseria (a todos los niveles), aquí los valores están transmutados, digamos que se está perdiendo la humanidad, pese a que siempre éste ha sido un pueblo generoso y amable. Los niños/as y los jóvenes están perdidos y desorientados, y hay muchísimas personas mayores, porque aquí se alarga la vida pero se está dejando de lado la calidad de esa vida. Nos engañan los políticos, nos manipulan, crean seres consumistas y superficiales, cada vez menos humanos… y cierro los ojos y evoco las sonrisas de las gentes más humildes pero más vivas, más sinceras, que por otra parte sufren también mucho. Creo que la vida, no es fácil en ninguna parte pero justamente aquí, con más esperanza de vida, mejores medios materiales de todo tipo, aquí digamos que la gente está menos sana, que brilla menos.


Con esto y con todo, estoy contenta de estar de nuevo en casa y sumamente agradecida por todo lo vivido, todo lo aprendido y todo lo cambiado. Que no se apague esta luz. Esta luz que me permite dedicarme tiempo o dedicar dos minutos a hablar con el africano que pide en la puerta del supermercado o confiar en que sigue habiendo gente buena entre tanto hijodeputa o simplemente abrir muchos los ojos para apreciar ese atardecer que se cuela por la ventana del autobús o disfrutar de la suerte infinita de tener a mi familia imperfecta o alimentar la amistad y la alegría.


Aquí o allá, que no se apague esta luz.

viernes, 7 de febrero de 2014

Se va cuajando ya esta despedida. Otro ciclo que está acabando, de los muchos que he abierto y he cerrado a lo largo del tiempo. ¿Y qué es si no, la vida? Ligera de equipaje, esta vez regreso ligera de equipaje. Del físico y del otro, que parece que no está pero pesa igualmente por dentro y va haciendo que los pasos sean más lentos, que se vaya curvando la espalda, que falten las energías y que la ilusión mengüe… 


Con la tristeza del cierre se entremezcla la ilusión de lo por venir. Salgo a la terraza a llenarme de este sol y esta tierra de la que me voy a despedir, oigo los niños en el colegio de al lado y las briznas de cenizas siguen girando y girando. Otro camino, más caminos y mi mirada más plena.

sábado, 1 de febrero de 2014

A ratos

Hoy comienza febrero. Es sábado por la tarde. Estoy en Djunang. El sol se ha ocultado tras las nubes y la niebla, es casi como si amaneciera de nuevo. Huele a quemado, a cenizas, ya están preparando la tierra para comenzar de nuevo la siembra. Una capa marrón de polvo lo cubre todo. Oigo motos y pájaros. Sopla una brisa un tanto fresca, pero no mucho; como de costumbre estoy descalza, sentada en el porche, afuera. Observo cómo cae la tarde, siento cómo mi estómago no está del todo bien todavía, pienso en el cierre de ciclos, en el paso del tiempo, en lo seco que tengo el pelo, y miro mis pies, ya está creciendo una de las uñas y la otra está pronta a caerse. Ciclos. Crecimiento y renovación. Briznas de cenizas danzan en el aire y se posan en el suelo. Si tuviera que elegir una palabra para definir cómo me siento, no la encontraría. A ratos es tranquila, a ratos ansiosa, a ratos contenta, a ratos aburrida, a ratos te pienso, a ratos quiero llamarte, a ratos deseo que el teléfono suene, a ratos leo, a ratos sueño, a ratos escribo, a ratos pinto, a ratos quiero estar sola, a ratos me canso de estar sola, a ratos perezosa, a ratos llena de energía, a ratos vibro, a ratos canto, a ratos lloro, a ratos me miro en el espejo y la imagen que veo me guiña divertida un ojo. A ratos.

sábado, 25 de enero de 2014

Ellas

Este vestido negro le ha traído muchos recuerdos y un fuerte reencuentro con una parte muy íntima de sí misma.  Sí, recapitulando, hace muchísimo tiempo que no había vuelto a fijarse en una mujer. Casi desde que aquella historia terminó. No es el vestido negro, es a quien perteneció, a quien debe este reencuentro tan bonito y sincero, estas letras y estas ganas de bailar y saltar.

Ellas. Ellas. Porque sí. Porque así lo han decidido. Porque quieren. Ellas. Ellos. Ellas/ellos. Porque el concepto del amor y del deseo es muy amplio para restringirlo a la reproducción. Porque recibimos una fuerte educación de roles de género patriarcales y heterosexuales desde que nacemos, hay quien dice que las cosas tienen una forma de ser única, y que todo lo demás está mal, es desviado, maligno...  ¿El amor es desviado, maligno, incorrecto, impropio? Cada cual con su organismo, con respeto y libertad. Todo está en continuo cambio y movimiento. Si ella baila sola, o baila con ellas y con ellos o no baila… es su decisión. No es ni más ni menos, ni mejor ni peor. Simplemente es lo que quiera ser, lo que le lata ser, libre, sin miedo. ¿Quién puede hablar de dónde cada uno encuentre su felicidad, su paz, su inspiración? ¿Quién juzga donde cada cual pone su corazón?

Mucha gente no lo entiende. Mucha gente no puede respetarlo aunque no lo comparta. Muchos individuos y sociedades y gobiernos son capaces de maltratar, criticar, juzgar, violentar, encarcelar, torturar y matar. Y lo hacen a diario.

Y sigo pensando… aquello de que si te choca… te checa.  Y, por supuesto  ¡vive y deja vivir! 

jueves, 23 de enero de 2014

La buena vida

Las mujeres tienen muchos hijos porque saben que tarde o temprano algunos de ellos morirán. La envidia y el fútbol son los deportes nacionales. La gente es natural, aunque apenas se bese por la calle. Ellos pueden enamorarse a simple vista cada cinco minutos. La infidelidad es el pan de cada día y no se come tres veces al día. Compartir, la familia, la familia de la familia. Mi casa es tu casa. Siempre esperando alguna cosa. Los atardeceres te dejan sin palabras, al igual que la naturaleza. Se honra a los ancianos y se ama sin condón. Se lava la ropa y el cuerpo en el río. Los domingos son de misa o de reunión o de descanso. Se trabaja la tierra y los cuerpos vuelven a la tierra. Se ansía tener hijos varones, y se pide la dote por casar a las hijas. La mujer sin hijos es casi nada y se respeta y se regula la poligamia. Se cree en magias y hechizos, se envenena y se echan males de ojos. Se vive casi al día y no se entiende la vida sin la familia. No hay salud porque hay pobreza y hay pobreza porque hubo y hay abuso, pero el alimento es sano y apenas conoce químicos. El cuerpo es bello, no da vergüenza, es natural, aunque muchas se empeñan en emblanquecer su piel. Sueñan con lejos y no comprenden al que viene de lejos con la maleta vacía de sueños. Entiendo que hay que verlo para creerlo, vivirlo para saberlo.


La buena vida está allá donde uno la haga con amor y con verdad.



jueves, 9 de enero de 2014

Hacía mucho tiempo que no veía una película que me tocara tanto. Me habían hablado de ella, que era muy buena, y me ha sorprendido mucho. Into the Wild (Hacia rutas salvajes, en español). Me movió algo dentro, me fui a dormir con una sensación extraña dentro, que no puedo explicar. Días después de haberla visto, me sigue tocando. No voy a contar de qué va aquí. Recomiendo mucho verla. Se podría hablar de muchas cosas, pero ahora me quedo con una reflexión del protagonista, en su incansable búsqueda de la felicidad, al final, se da cuenta de que la verdadera felicidad no es tal, si no es compartida, es decir, si no se puede compartir. 

El ser humano, se ha dicho y pensando desde siempre, es un hombre social, se hace humano con las demás personas (y animales domésticos, añadiría). Hay un impulso consustancial al ser humano de compartir, una necesidad vital de dar y recibir, de comunicación, de estar en uno y salir de uno, de relacionarse, y esa energía, esa necesidad de unión, esa atracción, esa fuerza,  podríamos llamarla amor, pero no el amor romántico, sino el Amor en mayúsculas. En estos tiempos de egoísmo y de individualismo, se critica a menudo la tristeza de los que se sientes solos, (y curiosamente nuestra forma de vida cada vez más nos lleva a eso) cuando es un sentimiento muy legítimo y cierto, si no se mezcla con dependencias enfermizas para llenar vacíos. 

De la película me viene a la mente la imagen del señor mayor, de su soledad, de su corazón abierto, y la frialdad del protagonista que se aleja, impertérrito, sin mirar atrás. Y es una pena, que tenga que llegar al final de su joven vida, para darse cuenta de eso: necesitamos a los demás, por mucho que estemos a gustito solos, y seamos felices solos y... que la felicidad es mejor, si es compartida. 

Cada cual tiene su camino de aprendizaje.

lunes, 6 de enero de 2014

Mañana de Reyes

Esta noche, entre la vigilia y el sueño, he estado recordando momentos de la infancia relacionados con la celebración de la llegada de los reyes magos. En mi casa no se celebraba mucho, pero sí recuerdo algunos regalos especiales y el débil empeño de mis padres por mantener vigente la fiesta. No recuerdo en qué momento supe que los reyes magos eran los padres, que no existen. Tradicionalmente la mañana del 6 de enero se reciben regalos, y recuerdo la tristeza del día siguiente o al otro, al tener que incorporarse ya al colegio, sin haber tenido tiempo de disfrutar de los juguetes.

Especialmente, esta noche ha venido a mi cabeza el recuerdo de unas planchas de juguete, sí para planchar, que mi abuela y mi madre intentaron esconder en la terraza sin que nos diéramos cuenta, para que pareciera que las habían dejado los reyes. Con cariño recuerdo aquella cocinita con patas, donde jugué y jugué sin descanso a hacer comidas, a ser mamá. También recuerdo un año que hubo algo de carbón, pero del dulce. Y cómo no, añoro despertar y desayunar un buen trozo de roscón, si es posible relleno de nata o trufa, y sentirme feliz si me toca la figurita.

Los tres reyes magos de oriente no han pasado por aquí, o tal vez sí, en forma de recuerdos. Hoy no es día de fiesta en Camerún, ni hace frío… pero me contento con prepararme un buen desayuno aunque me falte el roscón y no reciba ningún regalo. Hace mucho tiempo que pienso que regalar y recibir regalos es algo hermoso que no precisa de encorsetamientos temporales y que es mejor si es espontáneo y sincero. Además, hace daño el esperar un regalo un día establecido en el que has recibirlo, y no recibir nada. También estoy pensando que voy a aprender a hacer el roscón de reyes, y me doy cuenta de que aunque no me guste cocinar, lo que me gusta mucho comer, sí que me esfuerzo en aprender a cocinarlo.

Pasados los años, parece mentira cómo queda grabada algo de la ilusión de esta fiesta, donde te premiaban por portarte bien y por ser buena, o todo lo contrario. El amor y el cariño y la atención que debe recibir un niño deben ser inexcusablemente diarios, y nunca sustituido por regalos.

Añoro el roscón de reyes, y el brillo de esa inocencia infantil para creer en lo mágico. Y me siento feliz porque me miro por dentro y siento que guardo todavía la ilusión, la capacidad de ilusionarme, aunque hace tiempo que dejé de creer en los reyes magos.