sábado, 16 de noviembre de 2019

Apuntes de un viaje 3: Púshkar


he llegado a la ciudad sagrada de Púshkar
por fin veo ya muchas vacas por la calle
entendí al brahmán que son sagradas 
porque de ellas provenía la segunda esposa del dios Brahma
en hindi, vaca se dice "bai"

el lago sagrado de Púshkar
uno de los pocos lugares en India donde se le rinde culto a este dios

la gente viene en peregrinación a hacer sus pujas, abluciones, purificarse y ser bendecidos
las turistas nos acercamos con precaución porque sabemos que nos van a sacar dinero, 
para nosotras ya no es una ofrenda, es un precio casi cerrado en dólares o en euros
y ¿quién no quiere ser bendecida, acontecer al ritual, vivir esa experiencia?

caigo en el ritual en uno de los 52 ghats del lago sagrado de Púshkar

conversaciones con el brahmán:
todo es apariencia, 
somos uno en dios, 
si algo no es para ti... no lo será nunca
si tienes dos manos y un cerebro y pides, eliges ser pobre en lugar de trabajar,
todo es toma de decisiones
decía el brahmán desde su posición privilegiada...

soy una turista, como las miles de turistas que vienen a India,
sentiría pudor si me compro un sari y me lo pongo
me sentí extraña repitiendo oraciones en hindi 
y realizando ofrendas al lago 
y portando en mi frente, sobre mis cejas el bindi
sin saber qué significa

hinduismo, la rueda del Dharma, las consecuencias de tus actos o Karma, 
todo es ilusión, es Maya, apariencia
meditación para la mente
yoga para el cuerpo
y también turistas para conseguir dinero
(y entenderlo, puedo)


sábado, 9 de noviembre de 2019

Esa mezcla

Es esa mezcla de ganas y miedo,
de deseo y de incertidumbre,
donde ganan las ganas.

Es esa mezcla,
esa voluntad firme de saltar a lo desconocido
pese al miedo
frente a la inseguridad
sujetando fuerte con las manos los trocitos de valor acumulado
abrazándolos en el pecho para que se multipliquen y crezcan.

Es esa mezcla de dudas y certeza
de convencimiento íntimo 
de que sí, de que es ahora, de que es el momento.
Es lanzarse cerrando los ojos, pero lanzarse.
Es movimiento a pesar del miedo.

En este pulso entre el deseo y el miedo,
vencen las ganas
aunque no sepamos a dónde nos llevan
ni qué pasará.


viernes, 8 de noviembre de 2019

Apuntes de un viaje 2: Maldición


Segundo día en Dehli.
Voy en un rickshaw (o tuc-tuc)
En un semáforo, no, en un atasco,
el conductor para.
Se acerca una niña.
Cuatro o cinco años.
Me pide dinero, algo.
Dice la RAE, 
"Limosna: 1.f. Cosaespecialmente dineroque se da a otro 
por caridad"
No le doy nada.
Miro hacia otro lado.
Le digo que no.
Insiste. Insiste y me toca.
Toca las pulseras que llevo puestas en la muñeca.
Quiere decirme que yo tengo y que ella no.
Que le dé algo.
Insisto en mi negativa.
Me mira con dureza.
En su cara se dibuja un gesto de enfado.
Y la niña dice algo.
Me dice algo.
Acaso una maldición.
Se marcha la niña.
Cuatro o cinco años.
Siento su enfado, su rabia.
Me impresiona.
Me duele.
Y el tráfico vuelve a ponerse en movimiento.

Apuntes de un viaje 1: Llegada a Dehli

Uno de los escenarios que más me preocupaba y sobre el que pensaba a menudo durante la preparación de este viaje, era la llegada a India, la llegada al aeropuerto: salir de el, con qué me encontraría, cómo sería, cómo olería, con quién me encontraría por allí, qué podría esperar...

Nadie me esperaba en India y a nadie conocía a priori.

Sabía los pasos que tenía que llevar a cabo antes de salir del aeropuerto: cambiar dinero a la rupia india, comprar una sim para tener datos en el teléfono y coger un taxi de prepago, lo cual me evitaría el regateo o el que me llevaran a otro sitio.

Aeropuerto enmoquetado. Pido mi primera foto en India en el aeropuerto. Encuentro a otra chica española comprando la sim, una chica que viene a hacer voluntariado durante un mes en Dehli. Veo un grupo de turistas españoles a quienes espera un guía español que se ocupa de sus necesidades y de darles respuestas... Intercambio teléfonos con la chica española -nunca se sabe y está bien tener algún contacto allí-, ella se queda esperando a más gente voluntaria que viene a la organización, yo me despido y avanzo hacia la puerta de salida del aeropuerto.


Incertidumbre y muchas ganas.

Es de día, salgo a la calle, respiro humedad, el cielo está gris y me relajo. Afortunadamente no es tan terrible como había supuesto. Me lanzo a mi aventura.


Dehli me recibe con humedad, calor, un cielo gris que quizá intuyo que en el fondo fondo sea azul pero nunca lo ví de ese color. Tráfico, claxon, claxon, claxon, ruido, apenas nadie se choca en ese baile desenfrenado por avanzar en la carretera coches, rikshaw, auto-rikshaw, carros, motocarros, bicibletas, burros, vacas, perros abandonados, gente que cruza, camiones, autobuses.... en fin.... ruido, gris, basura, suciedad, humedad... Mis temores eran peores que lo que he encontrado. He llegado a Nueva Dehli.


Y....Dehli, duele.


martes, 5 de noviembre de 2019

Después del viaje

Madrid. Inicios de noviembre. La M40 a las casi 7 de la mañana ya está atascada. Todavía es de noche. Tengo aún la hora pillada y me despierto muy temprano. Después del viaje, de este viaje, necesito escribir, sacar de mi memoria y corazón y de mi diario de viaje todas las vivencias y sentires acaecidos durante el mismo.

Después del viaje, me incorporo con alegría a mi vida cotidiana, con los ojos y manos llenas de otros mundos, otras formas de vivir y entender la vida, de viejos dolores y más humanidad. Después del viaje, vuelvo un poco transformada, con otro aire... otro aire que con el día a día acaba casi desapareciendo hasta el próximo viaje. ¿Cómo hacer que dure, que esta apertura de lo profundo continúe aquí...? El día a día nos envuelve de prisas, de obligaciones, de preocupaciones y esa luz acaba brillando menos.

Después del viaje me queda un propósito: alimentarla para que no se apague.