martes, 5 de noviembre de 2019

Después del viaje

Madrid. Inicios de noviembre. La M40 a las casi 7 de la mañana ya está atascada. Todavía es de noche. Tengo aún la hora pillada y me despierto muy temprano. Después del viaje, de este viaje, necesito escribir, sacar de mi memoria y corazón y de mi diario de viaje todas las vivencias y sentires acaecidos durante el mismo.

Después del viaje, me incorporo con alegría a mi vida cotidiana, con los ojos y manos llenas de otros mundos, otras formas de vivir y entender la vida, de viejos dolores y más humanidad. Después del viaje, vuelvo un poco transformada, con otro aire... otro aire que con el día a día acaba casi desapareciendo hasta el próximo viaje. ¿Cómo hacer que dure, que esta apertura de lo profundo continúe aquí...? El día a día nos envuelve de prisas, de obligaciones, de preocupaciones y esa luz acaba brillando menos.

Después del viaje me queda un propósito: alimentarla para que no se apague.

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