jueves, 4 de octubre de 2012

En un mes...

En un mes el sur, la diarrea, las hermosas sonrisas, telas y trajes de colores alegres, alegría de vivir y la enfermedad y la muerte de la mano, casi todo evitable, todo humano. Nacimientos y niños y niñas, pocos ancianos, luciérnagas e insectos grandes y maravillosos, el bullicio del mercado, musulmanes, católicos, otras iglesias, animistas, monos y puercoespines asados, comer serpiente, tocar serpiente. Una misa, un funeral, una cesárea, una niña prematura, Bonifass y su sonrisa, mariposas de ensueño, cielos de fábula, atardeceres y más atardeceres. La miseria y la grandeza, la salud y la enfermedad, el olor, los olores y los caminos de tierra roja, los árboles con flores, la lluvia magnética y contínua, los sonidos de la noche, las ranas que croan, las estrellas del sur y dos lunas llenas ya. Los zapatos con barro, las sábanas con humedad, los cacahuetes, la deliciosa piña y la papaya, los cultivos y la madre tierra fértil y viva. En un mes aprendo y desaprendo, crezco sin duda y sonrío y río, que es muy bueno para la salud. Los cuerpos y su movimiento, los andares tranquilos, las cosas sobre la cabeza, vigorosas nalgas, manos y pies grandes. Cortes contínuos de luz y agua, motos, miradas constantes y ahora soy yo la blanca, la extraña, la ajena. Supersticiones y magias. Presente, presente, presente... mañana, es eso, mañana. Embolo. Generosidad a manos llenas, y vivo y vivo y vivo y soy afortunada, respiro y río y sueño y lloro y siento. Alas de termita y barro. Soy materia viva, tengo vida, aliento. Y poco a poco siento que África está entrando dentro de mí.

1 comentario:

  1. Leyendo tu post pienso, qué lejos se vive de la vida y de la muerte en la ciudad. Ajenos al ciclo cruel y cambiante, a las sensaciones olfativas, táctiles, a la luz natural, a los amaneceres y atardedeceres.
    Quizá sea la vida misma la que esté entrando en ti

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