miércoles, 9 de enero de 2019

Reflexiones sobre la búsqueda de un lugar donde vivir

Como hace tiempo que se está especulando con el precio de los alquileres de las viviendas, es muy difícil que una persona sola, con un trabajo de ingresos medios, pueda alquilarse un piso para ella. A no ser, claro está, que cuentes con avales o que tengas varias fuentes de ingresos o mucho dinero ahorrado. Otra opción es alquilar por la mitad de tu sueldo un estudio de 17 m2 donde tengas que ducharte sentada por la inclinación del techo o donde la nevera esté a los pies de una cama que se hace sofá y sin moverte de ahí puedas abrir la puerta de entrada. En fin, la emancipación, la idea de una casa propia en alquiler se me escapa de las manos, así que me centraré en "el cuarto propio" de Virginia Woolf. Igualmente invoco a todo lo invocable por si apareciera un chollo, nunca se sabe, porque en realidad, en este momento concreto, me apetece vivir sola.

A la hora de buscar una habitación en un piso compartido hay muchas variables a tener en cuenta. Por ejemplo, con cuántas personas quieres compartir y directamente relacionado con eso, de cuántos baños dispone el piso. Si son chicas o chicos y chicas o únicamente chicos, o si hay parejas o niñas/os. Si la gente fuma. Si hay perros o gatos o perros y gatos. La edad de la gente que ahí vive. El ambiente, si es de compartir y convivir o estilo hostal (duermo-cocino-me baño y aseo, y ya está). Derivado de esto, se entiende que todo puede fluir o que puede haber problemas derivados de no entenderse, de la convivencia que generen malestares en el día a día.

Sobre los espacios hay veces que el piso tiene lugares que no pueden ser utilizados, como el salón, que lejos de lo que pudiéramos pensar, no es de uso compartido sino que puede estar vetado al uso exclusivo del dueño/a que ahí también vive; otras, la propia casa solo te la alquilan de lunes a viernes, pidiendo inquilinos/as que se vayan a su pueblo el finde. También hay pisos cuyos/as dueños/as  no los han han vaciado de sus cosas, que se mantienen ahí ocupando el espacio que tendrían que ocupar las tuyas, no me refiero a muebles sino a objetos personales. 

Otra es reflexión es el dónde buscar. ¿En el barrio de toda la vida, que ya conoces, que está cerca de tu casa familiar y amigas/os? ¿Cerca del trabajo? ¿O la situación es una oportunidad para vivir más en el centro? Claro que todo esto depende del precio que puedas pagar, aunque ya no hay tantísima diferencia entre centro y periferia: en el centro se produce la gentrificación que expulsa a la gente a otros barrios que se van encareciendo.


Como toda búsqueda, ésta puede ser larga y cansada si no se acompaña de un golpe de suerte o de conozco a alguien que alquila un piso super bien de precio. Paciencia pues. De todas formas, también pienso que dentro de las situaciones difíciles que se dan, con los desahucios que están a la orden del día por ejemplo, no me puedo quejar. Tengo la casa de mis padres donde siempre puedo estar cuando hay tormenta y necesito refugio, y esto es una suerte. 

La vivienda digna es un derecho. Como dice la canción de Silvia Pérez Cruz "es indecente, es indecente, gente sin casa y casas sin gente".



No hay comentarios:

Publicar un comentario