lunes, 2 de enero de 2012

Primer lunes del año nuevo

Primer lunes del año nuevo, primero de los muchos y muchos que vendrán. Y se ha acabado el roscón, ¡bendito roscón de Reyes y bendita falda que me abrocha con dificultad! como alguien diría: "que todos los males sean esos". Después de estos días, poco a poco va volviendo todo a la normalidad. Desde que llegó Papa Noel en su trineo queriendo asaltar las ventanas de la gente, los Reyes Magos de Oriente se han visto desplazados, aunque el día 6 de enero siga estando rojo en el calendario, ya no es lo que era.

Pese al desaliento y la crisis, los problemas económicos y vitales (ambos muchas veces conectados, que no siempre) no hemos perdido el ánimo para festejar el año nuevo, en el fondo, simboliza una nueva oportunidad para crecer, para aprovechar lo aprendido, para soñar y hacer esas ilusiones realidad, para ser mejores con nosotros mismos y con los demás. La pena es que este aliento que se recoge con el fin de año, se va perdiendo, va aflojando con el paso de los meses, olvidándonos de que cada día nuevo merece ser vivido con la intensidad y las ganas que le ponemos al año nuevo, que cada día nuevo ha de ser vivido como si fuera el último, con sentido, con alegría, bonito.


Hoy he vuelto a llorar, y es normal, pasarán muchos días, muchas lunas hasta que pueda dejar de hacerlo, pero no me importa, ahora comprendo que es parte del sentir, que lo importante es no dejar que el llanto te ahogue. Somos humanos, sentimos; si no sintiéramos, estaríamos muertos.

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