sábado, 26 de octubre de 2013

Medio día en Djunang, mi primer día realmente sola en esta casa grande. Frente a mi tengo colinas verdes, árboles, flores y la flor de pascua hecha árbol. Tengo lagartijas y ratoncillos en casa, arañas, mosquitos, pájaros de colores. Espacio de sobra y gente amable y sonriente. Siempre hay historias que te tocan, ya me ha tocado una, una chica no sabría si de 12 ó 13 años o tal vez un poco más, con un retraso mental, gran desarrollo físico, la cara sonriente, la cabeza rapada, la piel llena de cicatrices que duelen de sólo mirarlas. Esta chica estuvo aquí hace dos días, había sido violada y ahora estaba embarazada.
Se puede pensar que historias de este tipo suceden todos los días en todas partes. Es verdad. No por ello dejan de conmoverme, y me hacen pensar en el ser humano, en su más oscura irracionalidad, en su cara menos amable y más cruel. Y siento que no tengo respuestas. Siento dolor y frustración. ¿Qué será de ésta chica y su vida?  Miro por la ventana, la ropa tendida se seca al viento, con sonido renqueante un coche pasa por la calle, este salón es tan grande que se podrían hacer clases de baile o de pilates. Miro por la ventana, la mañana avanza, la vida no se detiene.

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