martes, 4 de diciembre de 2012

Los cuerpos en danza y el espejo

Nunca había visto algo igual. Situación: un garito, un pub, una discoteca, no importa el nombre, un lugar donde haya música y una pista para bailar. Bien, aquí por lo general las paredes que rodean la pista de los sitios para bailar tienen espejos, pero no es sólo una cuestión estética o de adorno para mirarte el estado del maquillaje a una cierta hora de la madrugada, sino que realmente cumplen una función.
Mientras habitualmente la gente baila, mira al corrillo de amigos, se intercambia unos pasos de baile, o bien baila y mira a la demás gente, o se concentra en su baile y sus historias, copa en mano...
Aquí la gente baila, pero mientras baila se mira, y se remira, se autohipnotizan mirando su propia imagen en el espejo, los movimientos acompasados con la música, ahora la cadera, ahora la cintura, ahora muevo los pies, ahora los brazos, y me miro y me remiro, observo mi cuerpo moverse, me embeleso, no me interesa lo que me rodea, sólo presto atención a mi propia imagen en danza que me ofrece el espejo. Y así, mucha gente, baila, baila consigo misma, como en un curioso juego de seducción a uno mismo, como en completo éxtasis con la autoimagen, valorando cada gesto, cada movimiento, corrigiendo, deleitándose en la forma de bailar... ajenos al bullicio, a la demás gente que baila en la pista, no importan... Como en un ensayo para una gran coreografia o como entrenándose para el debut de una pieza de baile... Cadera, contoneo casi inverosímil de los glúteos, movimientos lentos y estudiados de hombros, los brazos, los muslos, los repito y me miro, me miro y me embeleso, me encanta lo bien que bailo, y lo que no me gusta lo ensayo hasta que me sale bien... Ahora cadera, ahora cintura, ahora...somos el espejo y yo.

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