Aquí mi mirada sobre el mundo, sobre la vida, compuesta de muchas formas y maneras de mirar mientras camino por la vida y la voy contando. La mirada sobre el mundo es una forma de estar en él e interpretarlo. Miradas...
viernes, 21 de febrero de 2014
viernes, 7 de febrero de 2014
Se va cuajando ya esta despedida. Otro ciclo que está
acabando, de los muchos que he abierto y he cerrado a lo largo del tiempo. ¿Y
qué es si no, la vida? Ligera de equipaje, esta vez regreso ligera de equipaje.
Del físico y del otro, que parece que no está pero pesa igualmente por dentro y
va haciendo que los pasos sean más lentos, que se vaya curvando la espalda, que
falten las energías y que la ilusión mengüe…
Con la tristeza del cierre se entremezcla la ilusión de lo por venir. Salgo a la terraza a llenarme de este sol y esta tierra de la que me voy a despedir, oigo los niños en el colegio de al lado y las briznas de cenizas siguen girando y girando. Otro camino, más caminos y mi mirada más plena.
Con la tristeza del cierre se entremezcla la ilusión de lo por venir. Salgo a la terraza a llenarme de este sol y esta tierra de la que me voy a despedir, oigo los niños en el colegio de al lado y las briznas de cenizas siguen girando y girando. Otro camino, más caminos y mi mirada más plena.
sábado, 1 de febrero de 2014
A ratos
Hoy comienza febrero. Es sábado por la tarde. Estoy en
Djunang. El sol se ha ocultado tras las nubes y la niebla, es casi como si
amaneciera de nuevo. Huele a quemado, a cenizas, ya están preparando la tierra
para comenzar de nuevo la siembra. Una capa marrón de polvo lo cubre todo. Oigo
motos y pájaros. Sopla una brisa un tanto fresca, pero no mucho; como de
costumbre estoy descalza, sentada en el porche, afuera. Observo cómo cae la
tarde, siento cómo mi estómago no está del todo bien todavía, pienso en el
cierre de ciclos, en el paso del tiempo, en lo seco que tengo el pelo, y miro
mis pies, ya está creciendo una de las uñas y la otra está pronta a caerse.
Ciclos. Crecimiento y renovación. Briznas de cenizas danzan en el aire y se
posan en el suelo. Si tuviera que elegir una palabra para definir cómo me
siento, no la encontraría. A ratos es tranquila, a ratos ansiosa, a ratos
contenta, a ratos aburrida, a ratos te pienso, a ratos quiero llamarte, a ratos
deseo que el teléfono suene, a ratos leo, a ratos sueño, a ratos escribo, a
ratos pinto, a ratos quiero estar sola, a ratos me canso de estar sola, a ratos
perezosa, a ratos llena de energía, a ratos vibro, a ratos canto, a ratos
lloro, a ratos me miro en el espejo y la imagen que veo me guiña divertida un
ojo. A ratos.
sábado, 25 de enero de 2014
Ellas
Este vestido negro le ha traído muchos
recuerdos y un fuerte reencuentro con una parte muy íntima de sí misma. Sí, recapitulando, hace muchísimo tiempo que
no había vuelto a fijarse en una mujer. Casi desde que aquella historia terminó. No
es el vestido negro, es a quien perteneció, a quien debe este reencuentro tan bonito y sincero,
estas letras y estas ganas de bailar y saltar.
Ellas. Ellas. Porque sí. Porque así
lo han decidido. Porque quieren. Ellas. Ellos. Ellas/ellos. Porque el concepto
del amor y del deseo es muy amplio para restringirlo a la reproducción. Porque recibimos
una fuerte educación de roles de género patriarcales y heterosexuales desde que
nacemos, hay quien dice que las cosas tienen una forma de ser única, y que todo
lo demás está mal, es desviado, maligno... ¿El amor es desviado, maligno, incorrecto,
impropio? Cada cual con su organismo, con respeto y libertad. Todo está en
continuo cambio y movimiento. Si ella baila sola, o baila con ellas y con ellos
o no baila… es su decisión. No es ni más ni menos, ni mejor ni peor. Simplemente
es lo que quiera ser, lo que le lata ser, libre, sin miedo. ¿Quién puede hablar
de dónde cada uno encuentre su felicidad, su paz, su inspiración? ¿Quién juzga
donde cada cual pone su corazón?
Mucha gente no lo entiende. Mucha
gente no puede respetarlo aunque no lo comparta. Muchos individuos y sociedades y gobiernos son
capaces de maltratar, criticar, juzgar, violentar, encarcelar, torturar y
matar. Y lo hacen a diario.
Y sigo pensando… aquello de que si
te choca… te checa. Y, por supuesto ¡vive y deja vivir!
jueves, 23 de enero de 2014
La buena vida
Las mujeres tienen muchos hijos porque saben que tarde o temprano algunos de ellos morirán. La envidia y el fútbol son los deportes nacionales. La gente es natural, aunque apenas se bese por la calle. Ellos pueden enamorarse a simple vista cada cinco minutos. La infidelidad es el pan de cada día y no se come tres veces al día. Compartir, la familia, la familia de la familia. Mi casa es tu casa. Siempre esperando alguna cosa. Los atardeceres te dejan sin palabras, al igual que la naturaleza. Se honra a los ancianos y se ama sin condón. Se lava la ropa y el cuerpo en el río. Los domingos son de misa o de reunión o de descanso. Se trabaja la tierra y los cuerpos vuelven a la tierra. Se ansía tener hijos varones, y se pide la dote por casar a las hijas. La mujer sin hijos es casi nada y se respeta y se regula la poligamia. Se cree en magias y hechizos, se envenena y se echan males de ojos. Se vive casi al día y no se entiende la vida sin la familia. No hay salud porque hay pobreza y hay pobreza porque hubo y hay abuso, pero el alimento es sano y apenas conoce químicos. El cuerpo es bello, no da vergüenza, es natural, aunque muchas se empeñan en emblanquecer su piel. Sueñan con lejos y no comprenden al que viene de lejos con la maleta vacía de sueños. Entiendo que hay que verlo para creerlo, vivirlo para saberlo.
La buena vida está allá donde uno la haga con amor y con verdad.
jueves, 9 de enero de 2014
Hacía mucho tiempo que no veía una película que me tocara tanto. Me habían hablado de ella, que era muy buena, y me ha sorprendido mucho. Into the Wild (Hacia rutas salvajes, en español). Me movió algo dentro, me fui a dormir con una sensación extraña dentro, que no puedo explicar. Días después de haberla visto, me sigue tocando. No voy a contar de qué va aquí. Recomiendo mucho verla. Se podría hablar de muchas cosas, pero ahora me quedo con una reflexión del protagonista, en su incansable búsqueda de la felicidad, al final, se da cuenta de que la verdadera felicidad no es tal, si no es compartida, es decir, si no se puede compartir.
El ser humano, se ha dicho y pensando desde siempre, es un hombre social, se hace humano con las demás personas (y animales domésticos, añadiría). Hay un impulso consustancial al ser humano de compartir, una necesidad vital de dar y recibir, de comunicación, de estar en uno y salir de uno, de relacionarse, y esa energía, esa necesidad de unión, esa atracción, esa fuerza, podríamos llamarla amor, pero no el amor romántico, sino el Amor en mayúsculas. En estos tiempos de egoísmo y de individualismo, se critica a menudo la tristeza de los que se sientes solos, (y curiosamente nuestra forma de vida cada vez más nos lleva a eso) cuando es un sentimiento muy legítimo y cierto, si no se mezcla con dependencias enfermizas para llenar vacíos.
De la película me viene a la mente la imagen del señor mayor, de su soledad, de su corazón abierto, y la frialdad del protagonista que se aleja, impertérrito, sin mirar atrás. Y es una pena, que tenga que llegar al final de su joven vida, para darse cuenta de eso: necesitamos a los demás, por mucho que estemos a gustito solos, y seamos felices solos y... que la felicidad es mejor, si es compartida.
Cada cual tiene su camino de aprendizaje.
lunes, 6 de enero de 2014
Mañana de Reyes
Esta noche, entre la vigilia y el sueño, he estado
recordando momentos de la infancia relacionados con la celebración de la llegada
de los reyes magos. En mi casa no se celebraba mucho, pero sí recuerdo algunos
regalos especiales y el débil empeño de mis padres por mantener vigente la
fiesta. No recuerdo en qué momento supe que los reyes magos eran los padres,
que no existen. Tradicionalmente la mañana del 6 de enero se reciben regalos, y
recuerdo la tristeza del día siguiente o al otro, al tener que incorporarse ya
al colegio, sin haber tenido tiempo de disfrutar de los juguetes.
Especialmente, esta noche ha venido a mi cabeza el recuerdo de unas planchas de juguete, sí para planchar, que mi abuela y mi madre intentaron esconder en la terraza sin que nos diéramos cuenta, para que pareciera que las habían dejado los reyes. Con cariño recuerdo aquella cocinita con patas, donde jugué y jugué sin descanso a hacer comidas, a ser mamá. También recuerdo un año que hubo algo de carbón, pero del dulce. Y cómo no, añoro despertar y desayunar un buen trozo de roscón, si es posible relleno de nata o trufa, y sentirme feliz si me toca la figurita.
Especialmente, esta noche ha venido a mi cabeza el recuerdo de unas planchas de juguete, sí para planchar, que mi abuela y mi madre intentaron esconder en la terraza sin que nos diéramos cuenta, para que pareciera que las habían dejado los reyes. Con cariño recuerdo aquella cocinita con patas, donde jugué y jugué sin descanso a hacer comidas, a ser mamá. También recuerdo un año que hubo algo de carbón, pero del dulce. Y cómo no, añoro despertar y desayunar un buen trozo de roscón, si es posible relleno de nata o trufa, y sentirme feliz si me toca la figurita.
Los tres reyes magos de oriente no
han pasado por aquí, o tal vez sí, en forma de recuerdos. Hoy no es día de
fiesta en Camerún, ni hace frío… pero me contento con prepararme un buen
desayuno aunque me falte el roscón y no reciba ningún regalo. Hace mucho tiempo
que pienso que regalar y recibir regalos es algo hermoso que no precisa de
encorsetamientos temporales y que es mejor si es espontáneo y sincero. Además, hace daño el esperar un regalo un día establecido en el que has recibirlo, y no recibir nada. También estoy pensando que voy a aprender a hacer el roscón de reyes, y me
doy cuenta de que aunque no me guste cocinar, lo que me gusta mucho comer, sí que me esfuerzo en aprender a cocinarlo.
Pasados los años, parece mentira cómo queda grabada algo de
la ilusión de esta fiesta, donde te premiaban por portarte bien y por ser buena, o todo lo contrario. El amor y el cariño y la atención que debe recibir un niño deben
ser inexcusablemente diarios, y nunca sustituido por regalos.
Añoro el roscón de reyes, y el brillo de esa inocencia
infantil para creer en lo mágico. Y me siento feliz porque me miro por dentro y siento que guardo todavía la ilusión, la capacidad de ilusionarme, aunque hace tiempo que dejé de creer en los reyes magos.
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